Rodrigo, tenía 8 años y todavía creía en los Reyes Magos, él
esperaba ese día con una ansiedad y una alegría que lo desbordaban. Pero, no
todo es fácil como parece, ya que en la escuela varios amigos ya sabían quiénes
eran los Reyes Magos. Primero fue Ramiro, que una mañana le preguntó:
-Rodrigo, ¿qué te
van a traer mañana los Reyes?
Rodrigo le
contestó:
-Les escribí una
carta en las que les pedí una bicicleta, una pelota y también una tablet.
Ramiro, se mató de
risa y le dijo:
-Tus papás no pueden comprarte eso, porque no tienen tanto dinero,
lo único que podrán comprarte es la pelota.
Rodrigo, sin
entender, le dijo:
-Qué tienen que ver mi papá y mamá con eso, yo se los pedí a los
Reyes que tienen mucha plata.
-Está bien -le
contesto Ramiro- vamos a ver mañana.
Al día siguiente
junto a sus dos zapatitos, había una pelota reluciente, un par de medias y la
camiseta de su club favorito.
Rodrigo, levantó
sus ojitos, mirando al cielo y casi en voz baja dijo:
-No importa que no me hayan traído lo que yo les pedí.
Me gusta mucho lo que recibí. Gracias.
Al otro día se le
apareció Ramiro, diciéndole:
-¿Y?
-Tenías razón, no
me trajeron todo lo que yo les pedí, ¿sabés por qué?
-No -contestó
Ramiro sorprendido.
-Porque los Reyes
Magos, no son tan ricos como yo creía.
Esta breve
historia, sólo quiere demostrar que todos tenemos aferrados en nuestro corazón
una ilusión y que a veces, aunque sepamos que no sea cierta la mantenemos viva.
A los seis años
Rodrigo, ya sabía que los Reyes Magos eran sus papás.
Escrito por Agustina Vaccaro (11 años de edad de la Prov. de Santiago del Estero, Argentina).